Después de muchas versiones creativas, toca rendir homenaje al clásico: el salmorejo cordobés, el de verdad, el del azulejo, el que no necesita presentación. Esta receta es una declaración de amor a la cocina andaluza, sencilla, rotunda y sin concesiones. Sin toppings extravagantes ni reinterpretaciones: solo pan, tomate, ajo, aceite de oliva y sal, en su justa medida y bien trabajado.
El salmorejo cordobés es uno de esos platos que ha traspasado fronteras por méritos propios. Cremoso, fresco y saciante, es una de las grandes joyas de la cocina española. Lo que lo hace especial no son solo sus ingredientes, sino el respeto por la técnica y la calidad del producto. Tomates maduros, pan asentado, buen aceite de oliva virgen extra… y poco más. Esta es la receta que no necesita defensa porque se defiende sola: la de siempre.
¿Sabías que…?
El salmorejo tiene su origen en la cocina campesina andaluza, donde el pan duro y los tomates maduros eran ingredientes básicos. La versión cordobesa se consolidó en el siglo XX y ha llegado hasta hoy como uno de los platos más representativos de la gastronomía española. A diferencia del gazpacho, no lleva pimiento ni pepino, y su textura es mucho más densa y cremosa.
Beneficios nutricionales
- Alto contenido en antioxidantes: gracias al tomate, rico en licopeno, que ayuda a combatir el envejecimiento celular.
- Fuente de energía saludable: el pan aporta hidratos de carbono complejos que sacian y nutren.
- Grasas cardiosaludables: el aceite de oliva virgen extra protege el sistema cardiovascular.
- Propiedades antibacterianas: el ajo, en pequeñas cantidades, estimula el sistema inmune.
- Receta vegetariana (sin toppings): ideal como parte de una dieta equilibrada y ligera.

Ingredientes (para 2 personas)
- 1.000 g de tomates maduros
- 10 g de sal
- 200 g de pan duro (preferiblemente del día anterior)
- 100 ml de aceite de oliva virgen extra
- 1 diente de ajo (sin el germen)
- (Opcional para servir): jamón ibérico, huevo duro picado y un chorrito de AOVE
Elaboración
- Lava bien los tomates, trocéalos y tritúralos con una batidora o robot hasta obtener una pulpa líquida.
- Pasa esta pulpa por un colador fino o chino para eliminar pieles y pepitas. Es un paso importante para conseguir la textura sedosa y limpia que caracteriza al salmorejo cordobés.
- Añade el pan troceado al puré ya colado y deja reposar unos minutos para que se empape bien.
- Incorpora la sal, el diente de ajo sin germen y el aceite de oliva virgen extra. Tritura todo junto hasta conseguir una crema espesa y homogénea.
- Refrigera durante al menos una hora antes de servir.
- Sirve bien frío con huevo duro, jamón ibérico picado y un chorrito de buen aceite de oliva por encima.