Abro melón con una serie de recetas que van a dar de qué hablar: versiones alternativas del tradicional salmorejo, empezando con este espectacular salmorejo de remolacha. Una propuesta tan colorida como nutritiva, que rompe con lo establecido sin perder ni una pizca de sabor. Y es que si nunca cambiáramos nada en la cocina, todavía estaríamos asando chorizos en un palo junto a la hoguera.
Este salmorejo de remolacha no solo es llamativo por su vibrante tono fucsia, sino que tiene una textura aterciopelada, un punto dulce natural gracias a la remolacha cocida y un contraste ácido que lo equilibra a la perfección. El toque final de queso feta aporta cremosidad y salinidad, haciendo de cada cucharada una explosión de sabor.
Ideal como entrante en días calurosos, este plato se prepara en pocos minutos y no requiere cocción. Solo necesitas una batidora y muchas ganas de probar algo nuevo. Si eres amante de los sabores intensos y buscas alternativas saludables a los clásicos, este salmorejo de remolacha se va a convertir en uno de tus favoritos.
¿Sabías que…?
La remolacha fue utilizada en la antigüedad no solo como alimento, sino también como medicina natural para tratar dolencias del aparato digestivo. Su uso culinario moderno en recetas frías como el salmorejo es una forma deliciosa de recuperar un ingrediente ancestral lleno de beneficios.
Beneficios nutricionales
- Rica en antioxidantes naturales: la remolacha contiene betalaínas, pigmentos que combaten el envejecimiento celular.
- Buena para la presión arterial: su contenido en nitratos naturales puede favorecer la salud cardiovascular.
- Fuente de fibra digestiva: tanto el tomate como la remolacha ayudan a regular el tránsito intestinal.
- Ácidos grasos saludables: el aceite de oliva virgen extra aporta grasas beneficiosas para el corazón.
- Aporte proteico: el queso feta complementa el plato con proteínas y calcio.
Ingredientes
- 300 g de remolacha cocida
- 300 g de tomate maduro
- 1 diente de ajo sin germen
- 1 cucharada de vinagre balsámico de Pedro Ximénez
- 1 cucharada de vinagre de manzana
- 150 ml de aceite de oliva virgen extra
- Sal al gusto
- Queso feta para servir
Elaboración
- Prepara los ingredientes. Pela el ajo y retira el germen central para suavizar su sabor. Lava los tomates y córtalos en cuartos si están enteros. Si lo prefieres, puedes escaldarlos antes para retirar la piel, aunque no es imprescindible.
- Coloca todos los ingredientes en el vaso de la batidora. Introduce la remolacha cocida, el tomate, el ajo, los dos tipos de vinagre y una pizca de sal. Tritura hasta obtener una mezcla homogénea y suave.
- Incorpora el aceite en hilo. Mientras sigues batiendo, añade el aceite de oliva poco a poco, como si estuvieras emulsionando una mayonesa. Esto dará al salmorejo una textura cremosa y bien ligada.
- Rectifica de sal y acidez. Prueba y ajusta a tu gusto: puedes añadir más vinagre si te gusta más ácido, o más aceite si prefieres una textura más untuosa.
- Refrigera antes de servir. Deja enfriar el salmorejo en la nevera al menos 1 hora para que se intensifiquen los sabores.
- Sirve con feta desmenuzado. Reparte el salmorejo en cuencos individuales y decora con trocitos de queso feta. También puedes añadir un chorrito de aceite de oliva por encima y unas hojas de albahaca si quieres un toque herbal.