Pesto rosso o rojo

Pesto rojo

El pesto rosso, también conocido como pesto rojo, es una deliciosa variante del clásico pesto genovés. Su sabor es más intenso, con un toque dulce y ácido gracias a los tomates secos, y una textura más untuosa que lo hace ideal para pastas, carnes, bruschettas o incluso como base para pizzas. Esta versión, además de sencilla, es increíblemente versátil: se prepara en pocos minutos y aporta un giro original a cualquier plato.

A diferencia del pesto tradicional de albahaca, el pesto rosso incluye ingredientes como la guindilla, la crema de vinagre balsámico o el zumo de limón, que le dan un equilibrio perfecto entre dulzor, acidez y picante. Puedes conservarlo varios días en la nevera y también congelarlo en porciones para tenerlo siempre a mano.

¿Sabías que…?

El pesto rosso se originó en Sicilia, donde los tomates secos son un ingrediente muy valorado desde hace siglos. Al secarse al sol, concentran su sabor y nutrientes, aportando ese umami tan característico que transforma cualquier receta.


Beneficios nutricionales

  • Rico en antioxidantes: los tomates secos aportan licopeno, un potente antioxidante natural.
  • Grasas saludables: el aceite de oliva virgen extra y los piñones son fuentes de grasas monoinsaturadas beneficiosas.
  • Fuente de calcio y proteínas: gracias al queso parmesano.
  • Aporte vitamínico: la albahaca y el ajo contienen vitamina C y compuestos antiinflamatorios.
  • Energía de calidad: ideal como complemento energético en platos principales.

Ingredientes

  • 30 g de queso parmesano rallado
  • 50 g de tomates secos en aceite (escurridos)
  • 50 g de aceite de oliva virgen extra
  • 1 diente de ajo
  • 8 g de hojas de albahaca fresca
  • 1 guindilla pequeña (opcional, según tolerancia al picante)
  • Sal al gusto
  • 1 cucharadita de crema de vinagre balsámico
  • 10 g de piñones tostados
  • 1 cucharadita de zumo de limón

Elaboración

  1. Introduce todos los ingredientes en el procesador de alimentos o batidora potente. Tritura durante unos segundos hasta que todo comience a integrarse. Detén el aparato, baja los ingredientes hacia las cuchillas con una espátula para evitar que queden trozos sin triturar, y vuelve a triturar durante 20 segundos más, o hasta que la textura sea homogénea y cremosa.
  2. Si prefieres una textura más fina, puedes añadir un chorrito extra de aceite de oliva o un poquito del propio aceite de los tomates secos. Para una versión más rústica, tritura solo ligeramente y deja algunos trocitos visibles.

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