La salsa boloñesa tradicional es una de esas recetas que han cruzado fronteras y conquistado mesas en todo el mundo. Aunque muchos la asocian con los espaguetis, esta salsa originaria de Bolonia se diseñó originalmente para acompañar pasta fresca como los tagliatelle o para formar parte de una buena lasaña. A lo largo de los años, su versatilidad ha hecho que también se use en pizzas, canelones o como relleno de verduras como berenjenas y calabacines.
Su base es sencilla, pero el secreto está en el tiempo: una cocción lenta, que permite que los sabores de la carne, el vino, el tomate y las verduras se fundan y desarrollen toda su intensidad. Esta salsa boloñesa tradicional lleva ingredientes humildes y muy accesibles: carne picada de ternera, panceta, cebolla, zanahoria, apio, vino tinto, salsa de tomate y un toque de leche que suaviza el conjunto. El resultado es una salsa rica, espesa, sabrosa y muy reconfortante.
Lo mejor es que, como ocurre con muchos guisos, está aún más deliciosa al día siguiente. Puedes prepararla con antelación, congelarla en porciones y tener siempre a mano una buena salsa boloñesa tradicional casera, sin aditivos ni conservantes, lista para alegrar cualquier comida.
¿Sabías que…?
Aunque hoy en día la boloñesa se asocia con la pasta, en su versión más antigua no llevaba tomate y se servía sobre polenta o incluso pan tostado. El uso del tomate se popularizó en el siglo XIX, y fue entonces cuando esta receta empezó a parecerse a la que conocemos hoy. Además, en 1982, la Accademia Italiana della Cucina registró una receta oficial de ragù alla bolognese ante la Cámara de Comercio de Bolonia para proteger la autenticidad de esta salsa.
Beneficios nutricionales
Fuente de proteínas completas: la carne de ternera aporta proteínas esenciales para el mantenimiento muscular.
Rica en vitaminas del grupo B: necesarias para el sistema nervioso y el metabolismo.
Aporte de fibra y antioxidantes: gracias al uso de verduras como zanahoria, apio y cebolla.
Energía sostenida: ideal para comidas completas y saciantes.
Sin azúcares añadidos ni aditivos: si usas una salsa de tomate casera, tienes una opción mucho más saludable que las industriales.
Ingredientes
- 300 g de carne de ternera picada
- 100 g de panceta de cerdo
- 50 g de zanahoria
- 50 g de cebolla
- 50 g de apio
- 130 ml de vino tinto
- 300 g de salsa de tomate casera
- 80 g de leche entera
- Sal al gusto
- Pimienta negra al gusto
- Caldo de carne, pollo o verdura (solo si fuera necesario)
Elaboración
- Pela y pica finamente la cebolla, la zanahoria y el apio. Pica también la panceta en trozos muy pequeños.
- En una cazuela amplia, añade un chorrito de aceite de oliva y caliéntalo a fuego medio. Sofríe las verduras con una pizca de sal durante unos 5 minutos, removiendo con frecuencia.
- Incorpora la panceta, la carne picada, sal y pimienta negra recién molida. Cocina durante 3-4 minutos hasta que la carne pierda el color rosado.
- Vierte el vino tinto y deja reducir durante 2 minutos para que se evapore el alcohol.
- Añade la salsa de tomate. Baja el fuego al mínimo y cocina a fuego lento, con la tapa entreabierta, durante 1 hora (puedes alargar hasta 1h 30 min si tienes tiempo), removiendo de vez en cuando.
- Añade la leche y cocina 15 minutos más para suavizar el sabor y aportar cremosidad.
- Si ves que la salsa queda demasiado espesa, ajusta la textura con un chorrito de caldo caliente. Esto dependerá de la salsa de tomate que uses.
- Prueba y rectifica de sal y pimienta si es necesario.
Consejo: Si vas a usar esta salsa para lasaña, puedes añadir dos cucharadas de concentrado de tomate en el momento de incorporar la salsa.