En Galicia hay fiestas que laten con un pulso ancestral, y el Samaín es una de las más mágicas. Lejos de ser una copia de Halloween, el Samaín hunde sus raíces en la tradición celta de nuestros antepasados, que celebraban el fin de la cosecha y la llegada del “lado oscuro del año”.
La palabra “Samaín” procede del gaélico Samhain, que literalmente significa “fin del verano”. En la noche del Samaín, se creía que el velo entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos se hacía más delgado, permitiendo que las almas de los ancestros vagaran en busca de afecto, calor o alimento.
Por eso, en muchas casas gallegas antiguamente se dejaba un lugar en la mesa para los difuntos, se mantenía encendida la lumbre para que “subieran al hogar” y se encendían hogueras colectivas para protegerse de los malos espíritus. También se tallaban nabos o calabazas, con calaveras o caras, para iluminar el camino o defenderse del mal. Con el tiempo, la calabaza fue ganando terreno (en Galicia se les llama a veces calacús) como símbolo y contenedor de luz y sombra.
Hoy, aunque muchas celebraciones modernas se han mezclado con la estética del Halloween importado, el Samaín revive en pueblos y ciudades como una fiesta propia: con rutas de terror en los cascos antiguos, decoraciones con calabazas hechas a mano, conciertos temáticos, teatralizaciones en cementerios y una mirada consciente hacia nuestras raíces gallegas.
Por eso esta receta de pimientos terroríficos van impregnados del espíritu del Samaín, que combinan tradición, sabor y estética mágica.
¿Sabías que…?
- En la Galicia ancestral, el Samaín no era solo una noche aislada, sino un umbral entre dos épocas: la parte luminosa del año terminaba, y comenzaba el tiempo de oscuridad y quietud.
- Se creía que los espíritus de los muertos regresaban esa noche para visitar sus antiguos hogares. Por eso se dejaba “comida para las almas” y se evitaba enfadar al otro mundo.
- Las calabazas talladas no son solo decoración: heredan la tradición de las viejas calaveras y nabos huecos que los celtas usaban con velas dentro para ahuyentar lo malo o guiar lo perdido.
- En muchas comarcas gallegas se asoció el Samaín con el magosto (fiesta de las castañas y hogueras): ambas celebraciones comparten origen celta, vínculo con las brumas otoñales y rituales de fuego
- En localidades como Cedeira se cree que las ánimas visitan las casas junto a la lumbre, mientras que en otros lugares se organizaban representaciones y procesiones que evocaban la Santa Compaña, un cortejo nocturno de espíritus que recorre los caminos.
- Y ojo: aunque a veces pensamos lo contrario, no es que “Halloween vino a Galicia”, sino que muchas de las tradiciones que después exportaron los celtas irlandeses tienen ecos aquí. Es decir: celebramos algo muy viejo que luego se reinventó en otros lares.
Así que cuando sirvas tus pimientos terroríficos, no solo estarás cocinando algo bonito: estarás participando (aunque sea en versión moderna) de un rito ancestral gallego.
Ingredientes (para 3 pimientos “espeluznantes”)
- 3 pimientos de colores (uno rojo, uno amarillo y uno verde)
- 300 g de carne picada de ternera
- 1 diente de ajo
- 200 g de setas (pueden ser champiñones u otra variedad al gusto)
- 1 puerro
- 2 zanahorias
- 200 g de salsa de tomate (o tomate triturado natural)
- Aceite de oliva virgen extra Abril
- Sal al gusto
- Pimienta negra recién molida
Elaboración
- Preparar los pimientos. Lava los pimientos con cuidado y seca su superficie. Corta la parte superior (la tapa) que luego usaremos “de sombrerito”. Con un cuchillo fino y preciso, talla ojos, boca y nariz imitando formas siniestras o divertidas, para que parezcan pequeñas calabazas de Samaín. Reserva las tapas.
- Prehornear los pimientos. Precalienta el horno a 180°C (función arriba y abajo). Coloca los pimientos en una fuente de horno y rocíalos con aceite de oliva Abril en spray o pincélalos, agrega una pizca de sal. Mételos en el horno durante unos 30 minutos, vigilando cada cierto tiempo para que no se quemen. Deben ablandarse pero no desmoronarse.
- Mientras tanto: sofreír verduras. En una sartén amplia, calienta un chorrito de aceite de oliva Abril. Añade el puerro finamente picado, el ajo y las zanahorias peladas y cortadas en cubos pequeños. Salpìmienta y pocha a fuego medio, removiendo de vez en cuando, hasta que las verduras estén tiernas y ligeramente doradas.
- Incorpora las setas troceadas (si son grandes) y cocínalas con las verduras durante varios minutos, para que suelten su jugo y se mezclen bien con el puerro y la zanahoria.
- Agrega la carne picada de ternera. Sube ligeramente el fuego y cocina removiendo. Tras aproximadamente dos minutos (o hasta que veas que la carne empieza a dorarse y se integra con el sofrito), continúa revolviendo para que quede suelta y bien distribuida.
- Vierte los 200 g de salsa de tomate y mezcla bien. Deja que reduzca unos minutos, hasta que el relleno tenga una consistencia jugosa pero no demasiado líquida. Rectifica de sal y pimienta si es necesario.
- Rellenar los pimientos. Saca los pimientos del horno con cuidado; si dentro hay líquido acumulado, retíralo con cuidado. Rellena cada pimiento con la mezcla de carne, setas y verduras.
- Pon las tapas sobre cada pimiento, a modo de sombrerito espeluznante. Si lo deseas, puedes volver a meterlos al horno unos minutos para que el relleno y las tapas se calienten al mismo nivel.
- Sirve los pimientos recién hechos, y disfruta de tu noche de Samaín.
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