Hoy preparamos un pan con buttermilk que se amasa un día y se hornea al siguiente, sin prisas, con un proceso lento que mejora tanto su sabor como su textura. Es un pan con una miga densa y tierna, perfecto para acompañar patés caseros, quesos untables o, simplemente, para disfrutar en el desayuno con un poco de mantequilla y mermelada.
El uso del buttermilk casero le da a la masa un punto de acidez que realza el sabor del trigo y ayuda a obtener una corteza más dorada y crujiente. Además, es una receta muy agradecida: no necesita amasados intensos ni técnicas complicadas, solo un poco de paciencia para dejar que la fermentación lenta haga su magia.
Si te gusta hacer pan en casa, esta receta es ideal para iniciarte en los fermentados en frío. Y lo mejor es que el buttermilk puedes hacerlo tú misma con ingredientes que seguro tienes en casa.
¿Sabías que…?
El buttermilk tradicional es el suero líquido que queda tras batir nata para obtener mantequilla. Tiene un sabor ligeramente ácido y está lleno de bacterias lácticas beneficiosas. Así que si alguna vez te “corta” la nata al batirla demasiado, no la tires: sigue batiendo hasta que se separe la mantequilla y aprovecha el líquido resultante como auténtico buttermilk natural y guarda la mantequilla en film para tus tostadas mañaneras.
Además, este suero también puede aprovecharse en el jardín: diluido con agua (una parte de buttermilk por diez de agua), favorece la vida microbiana del suelo y mejora la nutrición de las plantas, especialmente los helechos, hortensias o azaleas.
Una forma sostenible de cocinar y cuidar tus plantas al mismo tiempo.
Beneficios nutricionales
Rico en proteínas vegetales: la harina de trigo aporta proteínas que, combinadas con cereales o legumbres, completan un perfil nutricional equilibrado.
Fermentación lenta: mejora la digestibilidad del pan y favorece la absorción de nutrientes.
Aporte de calcio y ácido láctico: gracias al buttermilk, que enriquece la masa con un toque ácido que además actúa como conservante natural.
Menor contenido en grasas añadidas: el aceite de oliva aporta grasas saludables sin saturar la masa.

Ingredientes
- 300 g de leche entera o semidesnatada
- 30 g de zumo de limón
- 6 g de levadura seca de panadero
- 70 g de agua
- 15 g de leche en polvo
- 350 g de harina de trigo
- 350 g de harina de fuerza
- 12 g de sal
- 25 g de aceite de oliva
Elaboración paso a paso
- Prepara la buttermilk casera. En un cuenco, mezcla la leche con el zumo de limón y deja reposar unos 10 minutos. Verás cómo la leche se corta ligeramente: eso significa que el ácido del limón ha provocado la coagulación de las proteínas, obteniendo así un buttermilk exprés.
- Amasa la masa. Coloca en el bol de la amasadora o thermomix® todos los ingredientes, incluida la buttermilk, y amasa durante 3 minutos a velocidad 1 o velocidad espiga. Obtendrás una masa húmeda y elástica.
- Primera fermentación. Engrasa un bol con un poco de aceite y deja reposar la masa tapada durante 40 minutos a temperatura ambiente.
- Fermentación en frío. Transcurrido ese tiempo, guarda el bol en el frigorífico durante 18 a 20 horas. Este reposo lento realza los aromas del pan y mejora su estructura.
- Formado y horneado. Al día siguiente, saca la masa y deja que repose 30 minutos fuera de la nevera. Forma los panes, espolvorea harina por encima y haz un corte superficial en la parte superior.
Precalienta el horno a 250 °C.
Introduce los panes, baja la temperatura a 230 °C y coloca en el fondo del horno un pequeño recipiente metálico con agua para generar vapor.
Hornea 10 minutos con calor solo abajo y luego 25 minutos más con calor arriba y abajo. - Enfriado. Saca los panes del horno y deja enfriar sobre una rejilla antes de cortar. Disfrútalo con tus acompañamientos favoritos.