Los Mejillones Tigres Rabiosos son una receta que combina tradición marinera y un punto atrevido que despierta el paladar. Partimos de un producto de primera categoría: el mejillón de Galicia con denominación de origen protegida, un molusco apreciado por su tamaño, sabor intenso y calidad garantizada. La preparación es sencilla, pero requiere mimo y paciencia en cada paso para lograr esa salsa sabrosa, ligeramente picante y con cuerpo, que envuelve a los mejillones como si fueran los auténticos protagonistas de una fiesta gastronómica.
Este plato es perfecto como entrante en una comida familiar, para compartir con amigos acompañado de un buen vino blanco o incluso como tapa en una mesa variada. La clave está en el equilibrio de sabores: el dulzor de la cebolla, la frescura del pimiento, el toque ahumado o picante del pimentón y el punto chispeante del vino, que juntos crean una salsa vibrante, ideal para mojar pan sin parar.
¿Sabías que…?
En Bilbao, los “tigres” no son los clásicos mejillones rebozados con bechamel, sino mejillones servidos en una salsa de tomate picante que se disfrutan como tapa tradicional en bares y tabernas. Esta forma de prepararlos, muy popular en la capital vizcaína, se ha extendido también a otras zonas del norte, como la costa de A Coruña, donde los mejillones en salsa picante son un aperitivo imprescindible acompañado de un buen vino o una caña bien fresca.
Beneficios nutricionales
- Fuente de proteínas de alta calidad: los mejillones aportan proteínas magras esenciales para la reparación y el desarrollo muscular.
- Ricos en hierro y vitamina B12: perfectos para combatir el cansancio y reforzar la salud del sistema nervioso.
- Aporte de ácidos grasos Omega-3: ayudan a cuidar el corazón y mantener un perfil lipídico saludable.
- Bajos en grasa: a pesar de su sabor intenso, los mejillones son ligeros y saciantes.
- Vitaminas y minerales de las verduras: cebolla y pimientos enriquecen la receta con antioxidantes y vitamina C.
Ingredientes
- 1,5 kg de mejillones de Galicia con DOP
- 1 hoja de laurel
- 3 cucharadas de aceite de guindilla (Aceites Abril)
- 2 cucharadas de aceite de ajo (Aceites Abril)
- 1 cebolla mediana, cortada en brunoise (cuadraditos pequeños)
- ½ pimiento rojo, en brunoise
- ½ pimiento verde, en brunoise
- 1 cucharada rasa de harina
- 1 cucharada de pimentón (dulce, picante o ahumado, al gusto)
- 150 ml de vino blanco
- 150 ml de agua de mejillones colado
- 250 g de salsa de tomate (casera o de buena calidad)
- Sal al gusto
Elaboración
- Coloca los mejillones en una olla grande junto con la hoja de laurel. No añadas agua. Tapa y deja que el vapor los abra a fuego fuerte. A medida que se vayan abriendo, retíralos para evitar que se pasen de cocción. Reserva la carne de los mejillones en una de sus conchas y colócalos en una bandeja. Cuela el caldo que han soltado para retirar impurezas y pequeños restos de concha.
- En una sartén amplia, haz el sofrito, añade el aceite de guindilla y el aceite de ajo de Aceites Abril. Cuando esté caliente el aceite, incorpora la cebolla, el pimiento rojo y el pimiento verde con una pizca de sal todo cortado en brunoise. Pocha lentamente a fuego suave durante unos 15-20 minutos, sin prisas, removiendo de vez en cuando hasta que quede tierno y ligeramente dorado.
- Añade la harina, mezcla bien para que se integre y cocínala un par de minutos para eliminar el sabor crudo. Agrega también el pimentón elegido y remueve rápidamente para evitar que se queme.
- Deglasar con vino blanco y deja que evapore el alcohol a fuego medio, removiendo para que los sabores se concentren.
- Enriquece la salsa añadiendo el caldo de los mejillones colado y la salsa de tomate. Remueve bien para unificar la mezcla y cocina todo junto a fuego suave durante 5-10 minutos, hasta que la salsa espese ligeramente y tome cuerpo.
- Coloca los mejillones en la sartén con la salsa y deja que hiervan suavemente durante unos 3 minutos, lo justo para que se impregnen bien de los sabores sin resecarse.
- Sirve los mejillones tigres rabiosos en una fuente amplia, con la salsa cubriendo cada pieza. Acompaña con un buen pan gallego para aprovechar cada gota de la salsa.